El 28 de agosto de 1963, Washington fue invadido por personas que marchaban solemne y pacíficamente. Acudieron blancos de todas las clases sociales, desde obreros a importantes dignatarios y celebridades: También se sumaron las Iglesias blancas, los sindicatos internacionales y locales y las organizaciones judías. Pero el verdadero tono lo dio la muchedumbre de negros humildes.
Vinieron de todos los Estados de la Unión valiéndose de todos los medios de transporte. La multitud era el corazón vivo, de un movimiento infinitamente noble. Era aquel un ejército sin fusiles, pero no sin fuerza. Era blanco y negro, y de todas las edades. Contaba con partidarios de todas las convicciones, con miembros de todas las clases, todas las profesiones, todos los partidos políticos, unidos por un solo ideal común. Era un ejército luchador, cuya arma más contundente era el amor.
Martin Luther Kíng había llegado a Washington la víspera y pasó la noche en vela preparando su discurso para el día siguiente. Ni los más optimistas podían sospechar que la Marcha llegaría a convocar ese cuarto de millón de personas.
Entraron en la ciudad cantando y se congregaron en la gran avenida frente al Capitolio. y cuando Martin Luther se presentó para dirigirles la palabra, suspendieron la canción que entonaban.
Martin Luther contempló con emoción la masa de rostros que se extendía a sus pies como un océano y dijo:
"Yo sueño que un día, en las rojas montañas de Georgia, los hijos de los antiguos esclavos y los hijos de los antiguos dueños de esclavos se sentarán juntos a la mesa de la hermandad"
"Yo quiero soñar, que mis cuatro hijos vivirán un día en un país en el que no serán juzgados por el color de su piel, sino por lo que atesore su personalidad"
"Yo quiero soñar que un día todo valle será elevado, todo cerro y toda montaña serán aplanados; los sitios ásperos serán alisados, los torcidos serán enderezados. Ésta es la esperanza con que retorno al Sur. Con una fe semejante podemos extraer de las montañas de desesperación la piedra de la esperanza, luchar juntos, ir a la cárcel juntos, defender juntos la libertad, convencidos de que, un día, seremos libres"
"Cuando hagamos que la libertad resuene en cada poblado y en cada aldea, en cada Estado y en cada ciudad, podremos acelerar la llegada del día en que todos los hijos de Dios, blancos y negros, judíos y gentiles, protestantes y católicos, podamos estrecharnos las manos y cantar: jLibres al fin! jLibres al fin! jGran Dios todopoderoso, al fin somos libres!».
Vinieron de todos los Estados de la Unión valiéndose de todos los medios de transporte. La multitud era el corazón vivo, de un movimiento infinitamente noble. Era aquel un ejército sin fusiles, pero no sin fuerza. Era blanco y negro, y de todas las edades. Contaba con partidarios de todas las convicciones, con miembros de todas las clases, todas las profesiones, todos los partidos políticos, unidos por un solo ideal común. Era un ejército luchador, cuya arma más contundente era el amor.
Martin Luther Kíng había llegado a Washington la víspera y pasó la noche en vela preparando su discurso para el día siguiente. Ni los más optimistas podían sospechar que la Marcha llegaría a convocar ese cuarto de millón de personas.
Entraron en la ciudad cantando y se congregaron en la gran avenida frente al Capitolio. y cuando Martin Luther se presentó para dirigirles la palabra, suspendieron la canción que entonaban.
Martin Luther contempló con emoción la masa de rostros que se extendía a sus pies como un océano y dijo:
"Yo sueño que un día, en las rojas montañas de Georgia, los hijos de los antiguos esclavos y los hijos de los antiguos dueños de esclavos se sentarán juntos a la mesa de la hermandad"
"Yo quiero soñar, que mis cuatro hijos vivirán un día en un país en el que no serán juzgados por el color de su piel, sino por lo que atesore su personalidad"
"Yo quiero soñar que un día todo valle será elevado, todo cerro y toda montaña serán aplanados; los sitios ásperos serán alisados, los torcidos serán enderezados. Ésta es la esperanza con que retorno al Sur. Con una fe semejante podemos extraer de las montañas de desesperación la piedra de la esperanza, luchar juntos, ir a la cárcel juntos, defender juntos la libertad, convencidos de que, un día, seremos libres"
"Cuando hagamos que la libertad resuene en cada poblado y en cada aldea, en cada Estado y en cada ciudad, podremos acelerar la llegada del día en que todos los hijos de Dios, blancos y negros, judíos y gentiles, protestantes y católicos, podamos estrecharnos las manos y cantar: jLibres al fin! jLibres al fin! jGran Dios todopoderoso, al fin somos libres!».
RAMIRO PINILLA «Martin Luther King». (Adaptación)
TRABAJO CON EL TEXTO
1) Lee el texto con atención, reflexiona y divídelo en las partes que creas conveniente. ¿Por qué lo haces así? .Explícalo brevemente.
2) Escribe un título que creas adecuado para este texto.
3) Ahora vamos a trabajar con las partes que hayas hecho. Saca la idea o ideas fundamentales de cada parte (Subraya).
Une las ideas que hayas sacado formando un resumen.
4) ¿Cuál crees que es la idea fundamental por la que luchaban los manifestantes?
5) Sueña, deseas soñar. ¿Cuáles son tus sueños? Escribe tres oraciones que comiencen con las expresiones que utilizó Martín Luther King: "Yo sueño …” "Yo quiero soñar que …”
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