Muchos reyes recibieron durante su reinado un apodo o sobrenombre que hacía referencia a alguna característica personal que destacaba entre las demás. Y con este sobrenombre pasaron en muchos casos a la historia.
Al rey Alfonso X de Castilla se le conoce con el sobrenombre de el Sabio debido a su preocupación por la cultura y a su interés por casi todas las ramas del saber. Su hijo Fernando III fue conocido como el Santo y conquistó muchos territorios en su lucha con los musulmanes.
Bastante menos culto fue el rey Pedro I de Castilla, apodado el Cruel por su carácter vengativo y los muchos crímenes que cometió. Desde luego no debía ser muy querido por su pueblo.
Otro rey conocido por su apodo fue Jaime I de Aragón, llamado el Conquistador por las importantes conquistas que realizó.
Entre los reyes de Navarra, Sancho VII destacó por su fortaleza y vigor, cualidades que le hicieron recibir el sobrenombre de el Fuerte.
Y otro de los reyes que recibió un curioso apodo fue Carlos II de España. De este rey se decía que había sido víctima de un hechizo que le impedía tener hijos. Por este motivo pasó a la historia con el nombre de el Hechizado.
Seguro que a más de un rey no le hubiera importado quedarse sin apodo.
1- Lee atentamente y contesta. ¿De qué trata el texto? Escríbelo con una sola oración.
2- Haz un cuadro en el que relaciones los reyes que aparecen en el texto, con su apodo y el motivo que lo justifica.
3- ¿Qué apodos de los que has trabajado en el texto crees que señalan cualidades y cuáles defectos?
4- Opina y razona: “Crees adecuado el uso de apodos en las relaciones personales”.
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